Libertad: “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus acto”.
La escuela tradicional esta acabando con la libertad de nuestros niños. La libertad es una facultad que los estudiantes deberían tener en su vida.
El modelo que se emplea en las escuelas actuales es un modelo anticuado y que no responde a las necesidades del alumno que se comporta de una forma “robótica”.
Un día cualquiera en la vida escolar de un alumno se compone de acciones que no se corresponde con la idea de libertad.
La escuela no nos prepara para la vida, sino para un examen, donde lo importante no es la calidad de tus conocimientos sino la cantidad, donde lo único importante es soltar toda la lección aunque no sepas de lo que trata. Esta evaluación hace que el alumno deba cumplir una serie de tareas para aprobar, en la que poco importa tus necesidades.
El alumno para tener éxito debe responder una serie de preguntas siguiendo un modelo establecido; el alumno debe hacer ejercicios de verdadero o falso donde poco importa los temas prácticos; el alumno debe estar una hora aguantando al compañero macarra o al profesor de turno que le enseña una teoría que poco (o más bien nada) se corresponde con sus inquietudes; el alumno para tener éxito debe hacer ejercicios tradicionales, aburridos y además poco efectivos, cuando desearía hacer ejercicios que pongan a prueba sus capacidades y que le ayuden a saber hacer. Esto no es libertad.
Para finalizar diré que la escuela tradicional no ofrece libertad a los alumnos, no los prepara para el futuro y además, es poco efectiva, con lo que es urgente cambiar la escuela con el objetivo de que los alumnos tengan un papel activo y una libertad necesaria.
Ellos lo agradecerán y habrá un futuro mejor.
jueves, 30 de octubre de 2008
domingo, 26 de octubre de 2008
La educación hoy en día

La educación es un proceso que continuamente está sometida a cambios. A veces dichos cambios no son favorables para la formación y educación del alumno, ello es debido a que la sociedad continuamente está avanzando. Un ejemplo puede ser el echo de comprar una vivienda, antiguamente para mantener el precio de la vivienda solo uno de la pareja (normalmente el hombre) se ocupaba del pago, hoy día tienen que trabajar los dos, para poder así tener algunas opciones de mantener una vivienda. El inconveniente que podemos encontrar aquí, es lo que re refiere al hijo, el niño que ante pasaba mucho tiempo con la madre. Ahora este tiempo simplemente ha desaparecido, o se ha reducido de forma considerable, de tal manera que hay poco tiempo para educar al hijo, para formarlo o instruirlo.
Los padres ante este temor, pues confían y depositan todas sus esperanzas en los profesionales de la educación, en que estos sean capaces de proporcionar una buena educación. No hay que olvidar que la verdadera educación es aquella donde los padres y los profesores tienen un papel fundamental, y no se puede perder ninguno de estos dos factores, pues entonces dicha educación seria prácticamente nula.
Otro factor a tener en cuenta es el papel de los padres, de aquellos padres que son demasiados protectores y ante cualquier síntoma que muestre el alumno en contra del maestro será apoyado por los padres, es decir, ante estaba bien visto lo que hiciese el maestro como castigar, gritar e incluso a veces dar una pequeña bofetada al alumno, eso hoy día es impensable, y es que los maestros se enfrentan a los padres, padres que creen más en sus hijos que en la palabra del profesor. No hay que olvidar que a veces un fundamental un castigo, un tirón de orejas... para regular la conducta del niño y que estos sean capaces de ver hasta que límite pueden o no pueden llegar, que cosas deben hacer y cuáles no.
Muchos profesores están abandonando su profesión de educar ante tantas adversidades y se están centrando en otras profesiones, mejor pagadas, con menos tensión, más llevadera…destacar sino países como Francia y Estados Unidos donde no se valoró esta profesión, y hoy día algunas clases son dominadas en su totalidad por el alumnado, y donde ni siquiera el director es capaz de poner orden.
Ante estos hechos debemos de ser más considerado, y no cometer errores que otros ya cometieron y que lo están pagando y de que forma. Por eso, es importante que esta situación que hay hoy día cambie, y que se confíe más en el profesorado, con esto no queremos decir que no se confíen en los alumnos, que muchas veces tendrá la razón, pero hay que mantener un equilibrio y no centrarse sólo en alumno o profesor, sino en ambos.
Los padres ante este temor, pues confían y depositan todas sus esperanzas en los profesionales de la educación, en que estos sean capaces de proporcionar una buena educación. No hay que olvidar que la verdadera educación es aquella donde los padres y los profesores tienen un papel fundamental, y no se puede perder ninguno de estos dos factores, pues entonces dicha educación seria prácticamente nula.
Otro factor a tener en cuenta es el papel de los padres, de aquellos padres que son demasiados protectores y ante cualquier síntoma que muestre el alumno en contra del maestro será apoyado por los padres, es decir, ante estaba bien visto lo que hiciese el maestro como castigar, gritar e incluso a veces dar una pequeña bofetada al alumno, eso hoy día es impensable, y es que los maestros se enfrentan a los padres, padres que creen más en sus hijos que en la palabra del profesor. No hay que olvidar que a veces un fundamental un castigo, un tirón de orejas... para regular la conducta del niño y que estos sean capaces de ver hasta que límite pueden o no pueden llegar, que cosas deben hacer y cuáles no.
Muchos profesores están abandonando su profesión de educar ante tantas adversidades y se están centrando en otras profesiones, mejor pagadas, con menos tensión, más llevadera…destacar sino países como Francia y Estados Unidos donde no se valoró esta profesión, y hoy día algunas clases son dominadas en su totalidad por el alumnado, y donde ni siquiera el director es capaz de poner orden.
Ante estos hechos debemos de ser más considerado, y no cometer errores que otros ya cometieron y que lo están pagando y de que forma. Por eso, es importante que esta situación que hay hoy día cambie, y que se confíe más en el profesorado, con esto no queremos decir que no se confíen en los alumnos, que muchas veces tendrá la razón, pero hay que mantener un equilibrio y no centrarse sólo en alumno o profesor, sino en ambos.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Alienación 2.0

Para comprender parte de este documento, dispondremos de un video sobre Desmond morris y su "mono desnudo", cn estos links se podrán familiarizar con su obra.
http://www.paralibros.com/libros/basicos/l03morr.htm
http://agaudi.wordpress.com/2007/01/15/desmond-morris-el-mono-desnudo/
http://es.wikipedia.org/wiki/El_mono_desnudo
http://www.paralibros.com/libros/basicos/l03morr.htm
http://agaudi.wordpress.com/2007/01/15/desmond-morris-el-mono-desnudo/
http://es.wikipedia.org/wiki/El_mono_desnudo
El Alienamiento escolar 2.0
Este papel activo del alumno es una mera excusa para no afrontar la verdad inalienable de la diferencia natural y jerárquica del hombre. Donde existen varios campos que atajar, entre los cuales la falta de autoridad y poder del profesor, que pasa a un segundo plano, al verse obligado a motivar al alumnado y por otro lado la eliminación de diferencias naturales “existentes”, tratando de implantar una educación moralmente aceptada sin ningún tipo de control, haciéndonos creer que los alumnos serán buenos ciudadanos si son libres para experimentar. La carta a los persas reflejaba claramente este último punto, si el rey de Persia moría, dejaban la anarquía, tras ella los ciudadanos suplicaban por la vuelta del rey. Sobre la moralidad del “bien”, Nietzsche ya atacaba este determinismo paleo-cristiano que entendía al hombre como cordero de Dios, haciéndolos a todos iguales a ojos de este;
Ya que a imagen idílica es una idea hermosa y bonita deja de lado el acto voluntario supeditado a los designios del “bien” cristiano. La moral del individuo queda ahora enfriada por una suma mayor de moralidades cristianas que intentan agnósticamente seguir adoctrinando al conjunto de los hombres.
¿Cómo pretenden entonces que el alumno sea creador de su propio conocimiento si ni siquiera respeta a quienes pueden proporcionárselo? Ya que, su moral individual se ve exacerbada junto a su ego en un ambiente constructivista donde carece de todo control del profesor, él cual se sitúa como mero guía, un acto denigrante que no había ocurrido en toda la historia de la humanidad.
Esto representa una irrealidad inalienable al alumnado que se surte de ella, si bien me remito a dos verdades que se han olvidado por la contradicción de fomentar la igualdad intentando salvaguardar la diferencia individual en la que caen todos los miembros de la nueva enseñanza “salvadora” de la defecación añeja.
Y es que estos nuevos intelectuales docentes con cualidades muy determinadas socialmente han intentado asemejarse a filósofos y expertos basándose en una experiencia determinada que no hace más que cerrar sus ojos a una realidad más profunda en el hombre;
Me remito a estas realidades profundas del hombre para recordarles su lejana certeza de lo real: La primera de ellas viene de Freud, en donde se extrapola un concepto sexual del ser humano, algo que resulta ajeno para muchos estudiosos, pero que no deja de ser uno de los pilares más importantes dentro del desarrollo humano y la segunda es el concepto aristotélico de “zoom politkon”.
Muchos de estos neo-modernos docentes se preguntarán en que se apartan de estas ideas tan reales como verdaderas del hombres, es muy sencillo y simple, ya que en su papel educativo no conciben al “alumno” como ser humano, si no como una partícula igualitaria con “falsas proyecciones” autodeterminadas, en un lenguaje más cotidiano, sitúan a un alumno ideal olvidando de que antes que alumno es hombre, como hombre su género sexual determina gran parte de sus comportamientos y que al ser hombre que necesita de una escala social es un animal político, siendo animal ya deja de ser un alumno como fuente de posibilidades para convertirse en un animal violento por conseguir sus objetivos biológicos.
Esta definición que parecería radical y extravagante no está tan lejos de la cercanía de nuestro entorno como creemos, los alumnos toman conciencia de su estado antinatural dentro del aula, pero ello no les priva de sus relaciones animales antes, durante y después de la misma clase.
Lo que han hecho estos nuevos profesores es olvidar la multitud de relaciones que hacen del alumno un animal, situando estas relaciones como un arma de combate hacia el conductismo, pero que les ha creado un punto débil.
Que quiero decir con ello, es cierto de que gran parte de los constructivistas son conscientes en su “creencia” de que la inmensidad de aportaciones externas hacen del alumno un ser único con capacidad propia, pero ello les ha hecho olvidar las motivaciones internas del alumno, su propio deseo del auto-placer animal y su sentido biológico, convirtiendo al alumno en mero receptor interiorizador de informaciones externas y no en productor de originalidad y como parte de una especie: un animal lleno de inquietudes banales.
La estructura del papel activo planteada por autores constructivistas, que refleja en síntesis una de las ideas primarias del mismo concepto, ha quitado de un plumazo la fuerza natural de los hombres, atribuyendo los conceptos sociales como elementos de influencia y no como elementos influenciables.
Por otro orden de cosas, a este último punto citado es donde viene a representar la falta de coherencia real de la situación animal de sociedad, ya que entienden sociedad de una forma “humanamente civilizada” lo que consideramos relaciones cívicas, olvidando nuevamente la realidad animal del hombre.
Es por ello que no somos humanos sociales, somos animales sociales, estas relaciones no son relaciones amistosas, son relaciones de supremacía y preponderancia para ocupar un lugar estable y seguro dentro del propio engranaje social. Sea como sea, cada miembro de la comunidad busca incansable un sitio y un rol específico, ya sea violenta o pacíficamente, no importa el método, la jerarquía es lo único que motiva al hombre en su consumación de poderes.
El aula es una lucha interna de poderes, una articulación de cientos de animales que toman en el escenario antinatural de la clase el estadio más animal posible, donde las clases, profesores, horarios y en conjunto el organismo institucional conforman los elementos externos y ambientales mientras que los propios alumnos y sus relaciones hacen de animales en la selva que es la escuela. Esto es algo que para un paleo-cristiano es impensable, ya que los neo-educadores entienden al alumno como ser humano bondadoso y no como animal capaz de matar por un objetivo, aunque no seamos tremendistas, es cierto, que matar es un acto complejo que requiere otra explicación más exhaustiva, pero en un pequeño grado de conceptos el uso de este último ejemplo muestra una profunda herida que todo ser humano lleva dentro.
Atendiendo a éstos dos expresiones humanas que se han relegado a cambio de una representación más “benigna” del género humano, los consctructivistas han desatendido una clave violenta y competitiva del alumnado. Como animales necesitamos probarnos darwinianamente de que somos “mejores que otro igual”, para saber instintivamente quien es él más preparado para la supervivencia de la especie, si descuidamos este hecho y la misma teoría de la evolución de Darwin nos trae consigo una visión parcialmente denigrada y falta de coherencia.
Así mismo, esto provoca que gran parte de los alumnos se sientan alienados, puesto que si somos claros e inquisitivos, dentro de las relaciones sociales del aula, “la selva de la clase”, las relaciones competitivas se acentúan, debido al reducido espacio enfrentado, relaciones competitivas que pueden cimentar una actitud u otra a expensas de la labor educativa del profesor.
Es una lucha de control y poder entre machos, fuera del contenido cívico que ornamenta una situación ruda y sexual, no obstante la noción de “bien”, apta para los constructivistas para el grueso del alumnado genera una expresión alienada del alumno.
El macho alfa que realiza un mejor trabajo y una mejor labor se ve ahora a imagen social igual que un “macho mediocre”, con un ejemplo se ve más claro, un león que es líder de una manada no puede ser colíder con todos los leones de la manada ya que no encontraría su rol específico. Claro está, que la excusa para denegar esto sería “el hombre es un animal racional”, si bien es cierto, dentro de la escuela y en ambientes escolares en concreto, se desarrollan en extremo a primarias edades las relaciones “animales”, puesto que la influencia “cívica” aún no ha tomado control sobre el animal.
Esta visión determinista de “todo está bien”, genera dos vertientes muy peligrosas para el ser humano: La igualdad enajenada y la discriminación positiva.
La primera está clara, hemos situado a todos los seres humanos como iguales en sus capacidades mentales, algo que no es real, si bien el ser humano está jerárquicamente creado para diferenciarse naturalmente de sus congéneres para ofrecer diversas cualidades, osease, tan sencillo como que unos poseen aptitudes para correr y otros para saltar, él que sabe saltar siempre será peor corriendo que él que sabe correr y viceversa, los dos son buenos en sus campos, pero malos en otros campos.
Algo tan simple, en esta nueva sociedad tolerante se ve mancillado y marginado, nadie asume que su hijo es más torpe que el hijo del vecino en algún campo, nadie es capaz de asumir una verdad oculta, a nuestro juicio todos tenemos las mismas posibilidades y potencialidades, algo totalmente falso y antinatural.
Como ejemplo situaremos a dos alumnos, uno elabora un trabajo magnífico cercano a la perfección y el segundo un trabajo mediocre y paupérrimo, naturalmente el primer trabajo sería premiado y se ayudaría al mismo para que continuase su labor, mientras que el segundo sería “corregido” para que llegase a las instancias del primero, o por lo menos para que no se quede anclado en lo mediocre.
Ahora en cambio, hacemos todo lo contrario, entendemos a cada trabajo como no-comparativo, algo que parece “justo”, pero es antinatural e injusto, el hombre nace con el deseo de comparación y competición, negar este deseo es parte del nuevo juicio constructivista, ciñéndonos al ejemplo puesto anteriormente, un intelectual “moderno” diría al joven que lo ha hecho genial que su trabajo es bueno y al mismo tiempo diría al alumno mediocre que su trabajo también es bueno, lo que provoca un desajuste, él que lo hace bien se siente perdido y desmotivado “¿De qué sirve que lo haga muy bien si me dan la misma valoración que aquel que lo ha hecho mal?” La realidad individual de cada uno nos sitúa en conceptos de “bien o mal” y si no somos capaces de entender el motor competitivo del hombre, no seremos nunca capaces de dar salida a la desmotivación que nace de alguien “superior” al ver que su trabajo no es recompensado.
Mientras en la otra cara de la moneda el “mediocre” se ve ilusionado viendo que lo que ha realizado es “bueno”, sin preocuparse de que debe “mejorar”, porque la energía de la superación no es la aceptación grata de todas las acciones, sino la crítica de las mismas y la fuerza de poder superar los obstáculos ante un trabajo imperfecto.
En conclusión a este apartado, intentando contentar a todos, los constructivistas no logran contentar a nadie y más aún, generan una nueva alienación al no usar métodos de distinción y medición de cualidades. Ellos dirán que es parte de la represión para mantener las clases sociales separadas, yo diré que es una excusa barata para ocultar la naturaleza humana y quedar “bien” ante el grueso de una sociedad analfabeta.
Por Pedro Vicario Lupiáñez
Este papel activo del alumno es una mera excusa para no afrontar la verdad inalienable de la diferencia natural y jerárquica del hombre. Donde existen varios campos que atajar, entre los cuales la falta de autoridad y poder del profesor, que pasa a un segundo plano, al verse obligado a motivar al alumnado y por otro lado la eliminación de diferencias naturales “existentes”, tratando de implantar una educación moralmente aceptada sin ningún tipo de control, haciéndonos creer que los alumnos serán buenos ciudadanos si son libres para experimentar. La carta a los persas reflejaba claramente este último punto, si el rey de Persia moría, dejaban la anarquía, tras ella los ciudadanos suplicaban por la vuelta del rey. Sobre la moralidad del “bien”, Nietzsche ya atacaba este determinismo paleo-cristiano que entendía al hombre como cordero de Dios, haciéndolos a todos iguales a ojos de este;
Ya que a imagen idílica es una idea hermosa y bonita deja de lado el acto voluntario supeditado a los designios del “bien” cristiano. La moral del individuo queda ahora enfriada por una suma mayor de moralidades cristianas que intentan agnósticamente seguir adoctrinando al conjunto de los hombres.
¿Cómo pretenden entonces que el alumno sea creador de su propio conocimiento si ni siquiera respeta a quienes pueden proporcionárselo? Ya que, su moral individual se ve exacerbada junto a su ego en un ambiente constructivista donde carece de todo control del profesor, él cual se sitúa como mero guía, un acto denigrante que no había ocurrido en toda la historia de la humanidad.
Esto representa una irrealidad inalienable al alumnado que se surte de ella, si bien me remito a dos verdades que se han olvidado por la contradicción de fomentar la igualdad intentando salvaguardar la diferencia individual en la que caen todos los miembros de la nueva enseñanza “salvadora” de la defecación añeja.
Y es que estos nuevos intelectuales docentes con cualidades muy determinadas socialmente han intentado asemejarse a filósofos y expertos basándose en una experiencia determinada que no hace más que cerrar sus ojos a una realidad más profunda en el hombre;
Me remito a estas realidades profundas del hombre para recordarles su lejana certeza de lo real: La primera de ellas viene de Freud, en donde se extrapola un concepto sexual del ser humano, algo que resulta ajeno para muchos estudiosos, pero que no deja de ser uno de los pilares más importantes dentro del desarrollo humano y la segunda es el concepto aristotélico de “zoom politkon”.
Muchos de estos neo-modernos docentes se preguntarán en que se apartan de estas ideas tan reales como verdaderas del hombres, es muy sencillo y simple, ya que en su papel educativo no conciben al “alumno” como ser humano, si no como una partícula igualitaria con “falsas proyecciones” autodeterminadas, en un lenguaje más cotidiano, sitúan a un alumno ideal olvidando de que antes que alumno es hombre, como hombre su género sexual determina gran parte de sus comportamientos y que al ser hombre que necesita de una escala social es un animal político, siendo animal ya deja de ser un alumno como fuente de posibilidades para convertirse en un animal violento por conseguir sus objetivos biológicos.
Esta definición que parecería radical y extravagante no está tan lejos de la cercanía de nuestro entorno como creemos, los alumnos toman conciencia de su estado antinatural dentro del aula, pero ello no les priva de sus relaciones animales antes, durante y después de la misma clase.
Lo que han hecho estos nuevos profesores es olvidar la multitud de relaciones que hacen del alumno un animal, situando estas relaciones como un arma de combate hacia el conductismo, pero que les ha creado un punto débil.
Que quiero decir con ello, es cierto de que gran parte de los constructivistas son conscientes en su “creencia” de que la inmensidad de aportaciones externas hacen del alumno un ser único con capacidad propia, pero ello les ha hecho olvidar las motivaciones internas del alumno, su propio deseo del auto-placer animal y su sentido biológico, convirtiendo al alumno en mero receptor interiorizador de informaciones externas y no en productor de originalidad y como parte de una especie: un animal lleno de inquietudes banales.
La estructura del papel activo planteada por autores constructivistas, que refleja en síntesis una de las ideas primarias del mismo concepto, ha quitado de un plumazo la fuerza natural de los hombres, atribuyendo los conceptos sociales como elementos de influencia y no como elementos influenciables.
Por otro orden de cosas, a este último punto citado es donde viene a representar la falta de coherencia real de la situación animal de sociedad, ya que entienden sociedad de una forma “humanamente civilizada” lo que consideramos relaciones cívicas, olvidando nuevamente la realidad animal del hombre.
Es por ello que no somos humanos sociales, somos animales sociales, estas relaciones no son relaciones amistosas, son relaciones de supremacía y preponderancia para ocupar un lugar estable y seguro dentro del propio engranaje social. Sea como sea, cada miembro de la comunidad busca incansable un sitio y un rol específico, ya sea violenta o pacíficamente, no importa el método, la jerarquía es lo único que motiva al hombre en su consumación de poderes.
El aula es una lucha interna de poderes, una articulación de cientos de animales que toman en el escenario antinatural de la clase el estadio más animal posible, donde las clases, profesores, horarios y en conjunto el organismo institucional conforman los elementos externos y ambientales mientras que los propios alumnos y sus relaciones hacen de animales en la selva que es la escuela. Esto es algo que para un paleo-cristiano es impensable, ya que los neo-educadores entienden al alumno como ser humano bondadoso y no como animal capaz de matar por un objetivo, aunque no seamos tremendistas, es cierto, que matar es un acto complejo que requiere otra explicación más exhaustiva, pero en un pequeño grado de conceptos el uso de este último ejemplo muestra una profunda herida que todo ser humano lleva dentro.
Atendiendo a éstos dos expresiones humanas que se han relegado a cambio de una representación más “benigna” del género humano, los consctructivistas han desatendido una clave violenta y competitiva del alumnado. Como animales necesitamos probarnos darwinianamente de que somos “mejores que otro igual”, para saber instintivamente quien es él más preparado para la supervivencia de la especie, si descuidamos este hecho y la misma teoría de la evolución de Darwin nos trae consigo una visión parcialmente denigrada y falta de coherencia.
Así mismo, esto provoca que gran parte de los alumnos se sientan alienados, puesto que si somos claros e inquisitivos, dentro de las relaciones sociales del aula, “la selva de la clase”, las relaciones competitivas se acentúan, debido al reducido espacio enfrentado, relaciones competitivas que pueden cimentar una actitud u otra a expensas de la labor educativa del profesor.
Es una lucha de control y poder entre machos, fuera del contenido cívico que ornamenta una situación ruda y sexual, no obstante la noción de “bien”, apta para los constructivistas para el grueso del alumnado genera una expresión alienada del alumno.
El macho alfa que realiza un mejor trabajo y una mejor labor se ve ahora a imagen social igual que un “macho mediocre”, con un ejemplo se ve más claro, un león que es líder de una manada no puede ser colíder con todos los leones de la manada ya que no encontraría su rol específico. Claro está, que la excusa para denegar esto sería “el hombre es un animal racional”, si bien es cierto, dentro de la escuela y en ambientes escolares en concreto, se desarrollan en extremo a primarias edades las relaciones “animales”, puesto que la influencia “cívica” aún no ha tomado control sobre el animal.
Esta visión determinista de “todo está bien”, genera dos vertientes muy peligrosas para el ser humano: La igualdad enajenada y la discriminación positiva.
La primera está clara, hemos situado a todos los seres humanos como iguales en sus capacidades mentales, algo que no es real, si bien el ser humano está jerárquicamente creado para diferenciarse naturalmente de sus congéneres para ofrecer diversas cualidades, osease, tan sencillo como que unos poseen aptitudes para correr y otros para saltar, él que sabe saltar siempre será peor corriendo que él que sabe correr y viceversa, los dos son buenos en sus campos, pero malos en otros campos.
Algo tan simple, en esta nueva sociedad tolerante se ve mancillado y marginado, nadie asume que su hijo es más torpe que el hijo del vecino en algún campo, nadie es capaz de asumir una verdad oculta, a nuestro juicio todos tenemos las mismas posibilidades y potencialidades, algo totalmente falso y antinatural.
Como ejemplo situaremos a dos alumnos, uno elabora un trabajo magnífico cercano a la perfección y el segundo un trabajo mediocre y paupérrimo, naturalmente el primer trabajo sería premiado y se ayudaría al mismo para que continuase su labor, mientras que el segundo sería “corregido” para que llegase a las instancias del primero, o por lo menos para que no se quede anclado en lo mediocre.
Ahora en cambio, hacemos todo lo contrario, entendemos a cada trabajo como no-comparativo, algo que parece “justo”, pero es antinatural e injusto, el hombre nace con el deseo de comparación y competición, negar este deseo es parte del nuevo juicio constructivista, ciñéndonos al ejemplo puesto anteriormente, un intelectual “moderno” diría al joven que lo ha hecho genial que su trabajo es bueno y al mismo tiempo diría al alumno mediocre que su trabajo también es bueno, lo que provoca un desajuste, él que lo hace bien se siente perdido y desmotivado “¿De qué sirve que lo haga muy bien si me dan la misma valoración que aquel que lo ha hecho mal?” La realidad individual de cada uno nos sitúa en conceptos de “bien o mal” y si no somos capaces de entender el motor competitivo del hombre, no seremos nunca capaces de dar salida a la desmotivación que nace de alguien “superior” al ver que su trabajo no es recompensado.
Mientras en la otra cara de la moneda el “mediocre” se ve ilusionado viendo que lo que ha realizado es “bueno”, sin preocuparse de que debe “mejorar”, porque la energía de la superación no es la aceptación grata de todas las acciones, sino la crítica de las mismas y la fuerza de poder superar los obstáculos ante un trabajo imperfecto.
En conclusión a este apartado, intentando contentar a todos, los constructivistas no logran contentar a nadie y más aún, generan una nueva alienación al no usar métodos de distinción y medición de cualidades. Ellos dirán que es parte de la represión para mantener las clases sociales separadas, yo diré que es una excusa barata para ocultar la naturaleza humana y quedar “bien” ante el grueso de una sociedad analfabeta.
Por Pedro Vicario Lupiáñez
martes, 21 de octubre de 2008
El Alienamiento escolar

Nos es grato anunciar el comienzo de nuestro Blog, en primer lugar diciendo que nos sentimos honrados ante tu visita. Aquí mostraremos los desperfectos de un grupo de "intelectuales" que han sido los culpables de una educación terriblemente nefasta y llena de graves y serios problemas.
El Alienamiento escolar
La promesa que nos delegaban hombres ilustrados como Voltaire, revolucionarios como Honoré Gabriel Riqueti o apasionados creyentes en la raza humana como Owen ha fracaso estrepitosamente.
El sueño de la igualdad y del nacimiento de una nueva sociedad se ha anclado en el fraternal abrazo de la cruda realidad. Este sueño vive ahora sus días más caóticos y corruptos, reflejo de ello es esta sociedad aniñada, necesitada de beber del control de “papa estado”, colmada de filtros auto-coercitivos impuestos por los mismos individuos que la forman. Ahora nos hallamos en el más absoluto y claro determinismo mental y situacional, convirtiendo al lobo de Hobbes en un mero cordero deseoso de ser parte del rebaño.
Este hecho pudiere ser ajeno al ámbito escolar para muchas mentes, pero nada más lejos de la realidad, este hecho ha marcado desde los miembros oficialistas hasta las elitistas estructuras intelectuales de la misma escuela, es por ello la creciente y defectuosa desaceleración que ha sufrido la escuela y los miembros docentes.
Nos encontramos por un lado, ante el más absurdo determinismo dogmático propio del clero cristiano medieval reflejado en una enseñanza programada y malformada, pero por otro lado en el más pueril paleo-cristianismo manifestado en una enseñanza “constructivista”.
Tanto una como otra erradas, unos por su exceso científico y los otros por su inhumanidad.
Me remito a Gorgías cuando entendía que el bien y el mal dependían únicamente de la cultura y de la capacidad argumentativa del individuo para defenderlo “lógicamente” y convencer a sus allegados de que su palabra es el “bien”.
Uno de los puntos iniciales de esta nueva enseñanza paleo-cristiana se ha visto imbuida en como han relegado la obviedad natural del genero humano y su afluencia social del mismo. Han olvidado, siguiendo los pasos de Platón, lo que es la tierra, renegándose a un mundo imaginario demasiado platónico para ser usado como base real. Ahora no traslucen a comprender la regla natural constante del género al que pertenecen ni la regla humana cambiante y fluctuante de toda civilización.
Esta neo-enseñanza ofrece elucubraciones no realidades, ofrece preguntas y buenas intenciones no soluciones, ante la imposibilidad de medir el conocimiento se encierran en la abertura completa de una imagen cristiana corderil donde “todos valemos y somos iguales” y donde afirman la ley antihumana de “no debemos competir ni compararnos entre nosotros somos diferentes, pero “iguales” cayendo en una contradicción sin fin.
Tal y como asegura Piaget, la labor del profesor ahora se remite al exclusivo papel de motivador de feria dentro de un ámbito ilógico e irreal. El docente es ahora más que nunca el “Fracaso-Éxito”, ya que si bien, con anterioridad podía excusarse en la falta de empeño del alumno, ahora es él el único y mero responsable de todo el triunfo y de toda la derrota, abandonándolo a su suerte y convirtiéndolo en el culpable de no motivar o motivar lo suficiente al alumno.
Palabra mágica que quemará las bocas y lenguas de todos los constructivistas, “motivar”, “motivar”, “motivar”, que junto al papel activo, son como los gritos del pueblo que por más que se griten no dejan de ser mentiras y demencias.
La motivación es el ardid idóneo para ocultar todos los defectos del profesorado y del constructivismo, ya que si algo falla se hará clara alusión hacia “la incapacidad del profesor para motivar”, si el alumno suspende, no es porque sea “torpe” o no quiera aprender, si no es porque el profesor no ha incitado a su deseo por aprender. Así pues, esta teoría y fórmula de entender la enseñanza se lava las manos diciendo que cualquier alumno se puede motivar, la clave en la tarea del profesor es encontrarla, por muy difícil que sea. Claro está, mientras encuentra una, veinte alumnos más están esperando a ser educados… abandonando el matiz irónico de mi última frase, lo considero una falacia y como bien decía anteriormente como teórico del género humano original en sí mismo es una mera artimaña para no afrontar los rotundos errores de los que goza esta nueva visión de la educación.
Con una mera excusa, el crepúsculo de estos intelectuales nos insta a golpear con dureza al docente incapaz de motivar a su alumnado, haciendo del maestro siervo de aprendices y del aprendiz maestro sin cualidades para serlo.
Por Pedro Vicario Lupiáñez
Como vemos en este vídeo, aquí se muestra la imagen actual que evita la competencia entre alumnos; Conferencia de José Moya. Salón de Actos CEP de Granada. Organiza CEP de Motril
El Alienamiento escolar
La promesa que nos delegaban hombres ilustrados como Voltaire, revolucionarios como Honoré Gabriel Riqueti o apasionados creyentes en la raza humana como Owen ha fracaso estrepitosamente.
El sueño de la igualdad y del nacimiento de una nueva sociedad se ha anclado en el fraternal abrazo de la cruda realidad. Este sueño vive ahora sus días más caóticos y corruptos, reflejo de ello es esta sociedad aniñada, necesitada de beber del control de “papa estado”, colmada de filtros auto-coercitivos impuestos por los mismos individuos que la forman. Ahora nos hallamos en el más absoluto y claro determinismo mental y situacional, convirtiendo al lobo de Hobbes en un mero cordero deseoso de ser parte del rebaño.
Este hecho pudiere ser ajeno al ámbito escolar para muchas mentes, pero nada más lejos de la realidad, este hecho ha marcado desde los miembros oficialistas hasta las elitistas estructuras intelectuales de la misma escuela, es por ello la creciente y defectuosa desaceleración que ha sufrido la escuela y los miembros docentes.
Nos encontramos por un lado, ante el más absurdo determinismo dogmático propio del clero cristiano medieval reflejado en una enseñanza programada y malformada, pero por otro lado en el más pueril paleo-cristianismo manifestado en una enseñanza “constructivista”.
Tanto una como otra erradas, unos por su exceso científico y los otros por su inhumanidad.
Me remito a Gorgías cuando entendía que el bien y el mal dependían únicamente de la cultura y de la capacidad argumentativa del individuo para defenderlo “lógicamente” y convencer a sus allegados de que su palabra es el “bien”.
Uno de los puntos iniciales de esta nueva enseñanza paleo-cristiana se ha visto imbuida en como han relegado la obviedad natural del genero humano y su afluencia social del mismo. Han olvidado, siguiendo los pasos de Platón, lo que es la tierra, renegándose a un mundo imaginario demasiado platónico para ser usado como base real. Ahora no traslucen a comprender la regla natural constante del género al que pertenecen ni la regla humana cambiante y fluctuante de toda civilización.
Esta neo-enseñanza ofrece elucubraciones no realidades, ofrece preguntas y buenas intenciones no soluciones, ante la imposibilidad de medir el conocimiento se encierran en la abertura completa de una imagen cristiana corderil donde “todos valemos y somos iguales” y donde afirman la ley antihumana de “no debemos competir ni compararnos entre nosotros somos diferentes, pero “iguales” cayendo en una contradicción sin fin.
Tal y como asegura Piaget, la labor del profesor ahora se remite al exclusivo papel de motivador de feria dentro de un ámbito ilógico e irreal. El docente es ahora más que nunca el “Fracaso-Éxito”, ya que si bien, con anterioridad podía excusarse en la falta de empeño del alumno, ahora es él el único y mero responsable de todo el triunfo y de toda la derrota, abandonándolo a su suerte y convirtiéndolo en el culpable de no motivar o motivar lo suficiente al alumno.
Palabra mágica que quemará las bocas y lenguas de todos los constructivistas, “motivar”, “motivar”, “motivar”, que junto al papel activo, son como los gritos del pueblo que por más que se griten no dejan de ser mentiras y demencias.
La motivación es el ardid idóneo para ocultar todos los defectos del profesorado y del constructivismo, ya que si algo falla se hará clara alusión hacia “la incapacidad del profesor para motivar”, si el alumno suspende, no es porque sea “torpe” o no quiera aprender, si no es porque el profesor no ha incitado a su deseo por aprender. Así pues, esta teoría y fórmula de entender la enseñanza se lava las manos diciendo que cualquier alumno se puede motivar, la clave en la tarea del profesor es encontrarla, por muy difícil que sea. Claro está, mientras encuentra una, veinte alumnos más están esperando a ser educados… abandonando el matiz irónico de mi última frase, lo considero una falacia y como bien decía anteriormente como teórico del género humano original en sí mismo es una mera artimaña para no afrontar los rotundos errores de los que goza esta nueva visión de la educación.
Con una mera excusa, el crepúsculo de estos intelectuales nos insta a golpear con dureza al docente incapaz de motivar a su alumnado, haciendo del maestro siervo de aprendices y del aprendiz maestro sin cualidades para serlo.
Por Pedro Vicario Lupiáñez
Como vemos en este vídeo, aquí se muestra la imagen actual que evita la competencia entre alumnos; Conferencia de José Moya. Salón de Actos CEP de Granada. Organiza CEP de Motril
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